Punto de encuentro de todos aquéllos que estén interesados en vida y obra del Padre Leonardo Castellani (1899-1981)

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lunes, 31 de octubre de 2011

Pastores...


En la Argentina no hemos tenido pastores santos, si se exceptúa el bondadoso y un poco corto Mamerto Esquiú. Hemos tenido en cambio pastores malnacidos, pastores cobardes, pastores avarientos, pastores iletrados, pastores simoníacos, pastores embusteros, pastores calumniadores, pastores concubinarios; y los peor de todo, pastores villanos, estúpidos o idiotas. Yo lo pongo en tiempo pasado, S.E. es muy posible que pueda conjugar el tiempo, si, como creo, no pertenece a ninguna de esas categorías. El diablo conoce muy bien aquello de “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” . En nuestro país ha hecho una obra fina; y a consecuencia de ella, la Iglesia Argentina es un montón de ruinas, donde se esconden no pocos bichos, algunos venenosos.

Carta al nuncio Zanin (1954)

[Visto en: http://capillavedia.blogspot.com/2011/10/una-dosis-de-anti-clericalismo-en.html]

miércoles, 26 de octubre de 2011

El Chaco no es Viena

‎¿Cómo se conoce la verdad? Eso es el principio del filosofar. Nadie aprende filosofía si un problema vital no se le pone en forma abstracta; podrá aprenderla de memoria, pero eso no es filosofar. 

A algunos, que tienen una cabeza especial, todos los problemas vitales se le ponen desde niños en forma abstracta: Leibnitz cuenta en una de sus cartas que a los quince años pasó una tarde muy agitada paseando en el bosque de Viena, deliberando con toda el alma si retendría o no la materia prima y las formas sustanciales de la Escolástica. 

Pero yo no fui de esos niños abstractos. El Chaco no es Viena.

San Agustín y Nosotros 

Antiguo mapa jesuítico (1647) del territorio situado entre Asunción y Buenos Aires

lunes, 24 de octubre de 2011

Patriota y Parusíaco



ARQUETIPOS

Flavio INFANTE

Castellani, Patriota y Parusíaco



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De la escritura de Castellani supo decirse que es un "paneo entre tiempo y eternidad", atribución ésta propia de los profetas. Puede el hombre hablar en lugar de Dios porque vive el tiempo a la vista de la eternidad, porque su vista va de las cosas de acá abajo a las celestes, en donde reconoce el modelo y acabamiento de aquéllas. La gracia extraordinaria llamada "don de profecía" otorga al hombre una visión de lo venturo justamente porque la historia y las edades —las pasadas y las advenientes— son sumergidas, si así cabe decirse, en ese presente absoluto de la vida eterna, y desde allí se las atisba.


¿No es un sueño de nuestras mentes idealistas?


Del Profeta de la Argentina

UN INMENSO SUEÑO FUTURO
   
   
— Fuera de bromas —dijo Sancho—, contéstemén a mi pregunta. ¿Existe la Insula Agatháurica? ¿Existe la afamada República del Plata? ¿No es un sueño de nuestras mentes idealistas? ¿Es una verdadera nación este montón abigarrado de gentes que no se entienden? ¿Es una verdadera capital este agloberrado horripilante de barracas con pretensión de rascacielos? ¿No hay cuatro ínsulas o catorce o tres o dos almenos en este inmenso territorio desarticulado? ¿Cómo puede ser una nación real este conbloberrado heterogénero de vasos no comunicantes? ¿Y quién es el que gobierna aquí de veras y al fondo? ¿Y cuál es nuestro ideal, qué es lo que tenemos que hacer en el mundo? ¿Y cuál es nuestro canto y cuál nuestra bandera y cuál nuestra lengua verdadera, sacando la lengua de comerciar y sacando el tango? ¿Y cuál es nuestra religión, somos moros o cristianos, si éstos son todos los católicos que hay y el jefe dellos es Picardía?



miércoles, 19 de octubre de 2011

Dr. Sebastián Randle, "¿Quién era Leonardo Castellani? Aproximación a un personaje difícil."

Gracias al amigo Whiskerer, presentamos en exclusividad el texto de la conferencia dictada por el Dr. Randle el pasado 13 de octubre de 2011 en la U.C.A.

Castellani: un tipo difícil

Castellani a primera vista.
Tímido, hosco, retraído, calladotenía un exterior áspero, un humor astringente, gestos adustos, apenas si sonreía, nadie recuerda su risa, su palabra podía ser cortante, muy pocos de sus contados amigos accedieron a su intimidadquizás su sastre, Florencio Gamallo, quizás Ernesto Palacio, quizás ninguno.
Y claro, cualquiera que conozca someramente los hitos principales de la vida de Castellani no puede sino ver en este hombre de carácter, de temperamento, de personalidad difícil, el reflejo de una vida atribulada en extremo.
Me he pasado más de cuarenta años hablando sobre Castellani con quienes lo conocieron de una manera u otra, e infaltablemente se me ha señalado esto: que no era fácil de tratar, que raramente se mostraba afable, o que infaliblemente parecía enojado con alguien, con las cosas que pasaban, con las cosas que le pasaban, consigo mismo, quizás incluso con Dios mismo.
Y algo de eso parece desprenderse de sus innumerables referencias autobiográficas con las que salpica todos sus escritos.
No, no era un tipo fácil y quizás se puede afirmar que no era un tipo simpático.
Pero como veremos, (more about that in a minute) otro era el parecer del Padre Pío, el santo de Pietralcina.
Malhumorado.
Estaba de malhumor: un malhumor que le duró algo así como unos treinta años, desde lo expulsaron de la Compañía en 1949, hasta su muerte, en 1981.
Pero para entender esto, necesito mostrarles un par de fotos. La primera, allí donde lo dejamos, al final de mi media-biografía, parado en la escalinata del Colegio del Salvador el 18 de octubre de 1949.
Ahí lo tienen, pueden contemplarlo: está suspendido “a divinis”, ha sido suspendido sin juicio previo, no hubo acusación, no tiene defensa y de derecho ni hablar. No sabe cuándo, si acaso, lo van a rehabilitar, en una de esas el día del arquero. No puede administrar sacramentos, ni laburar de cura (apenas si le dejarán usar la sotana). No puede dar clases pues le han quitado las cátedras. No puede publicar nada, pues está siendo sistemática y prolijamente censurado. No tiene plata. No tiene dónde vivir. Tiene mala salud, una diabetes incipiente y el médico le ha dicho que si no se cuida puede quedarse ciego. No tiene qué hacer. En su diario anota: “Con sólo olvidarse ellos de mí, la máquina trituradora funciona sola.”
 Es un maldito, y está de mal humor, qué se figuran ustedes.
Otra foto: Estuvo un año en Salta donde lo recibió como “obispo benévolo” Mons. Tavella, pero allí la cosa tampoco anduvo y finalmente recaló en casa de su hermana, Magdalena, casada con Edmundo Pagano, en su ciudad natal, Reconquista, año del Señor de 1951. Lo alojaron en un cobertizo, al fondo del minúsculo jardín de la casa de los Pagano. Le ha escrito a Benítez, el confesor de Evita, para que le conceda un crédito: tiene la idea de comprar un camión para repartir leche, que de algo tiene que vivir. Y claro, Benítez ni le contestó. Y esto está en sus diarios: una tarde sale al jardín Muñeca, su hermana, y lo ve a su hermano maldito, paseándose de un lado para el otro en esos cinco metros cuadrados que hay entre el cobertizo y la casa. Aquí la foto: la hermana le pregunta de qué le vale ahora todo lo que estudió, todo lo que sabe. Y él anotó en su diario: “No supe qué contestar.”
Castellani, el maldito, de mal humor. Sigue con los insomnios, no puede dormir. La pasa mal de día, la pasa mal de noche.
Los amigos lo han abandonado, todos sus amigos jesuitas, casi todos sus amigos curas, todos los nacionalistas, salvo Federico Ibarguren y Ernesto Palacio. Con el tiempo hará migas con otros, el cura Améndola, Fermín Chávez, Ángel Vergara del Carril, el Padre Sánchez Abelenda, el joven Pancho Bosch, Tomás Richards, Margarita Quantín y algunos pocos más. Pero eso, lentamente, a lo largo de largos y pesadillescos años.
Graffigna.
Y aquí no me quiero insolentar, ni convertirme en un amigo más de Job, ni parecerme a ésos que le escribían “cartas prepotentes”, con “consuelos” falsarios del tipo “padezca, que eso le hará bien si se resigna”, etcéterapero digamos las cosas como son. Esta distinción que hacemos todos, ¿no?, que cuando las cosas nos caen bien, decimos “Dios lo quiere” y cuando nos caen mal, “Dios lo permite”…
En último término, ¿quién es el culpable de todo esto?
Dios, claro. Dios le quitó a Castellani, la salud y el sueño, las cátedras y el ministerio sacerdotal, el buen nombre y el prestigio, la compañía de buenos amigos y la posibilidad de hacer fructificar su genial talento.
Hay un texto de Taulero acerca de esto: de cómo promediando los cuarenta años de edad, a menudo aparece Dios y te rompe toda la casa. Recurre a la imagen de la dracma perdida, cómo la mujer revuelve toda la casa a la búsqueda de esa moneda. Y dice que Dios nos revuelve todo nuestro interior hasta que encuentra la dracma perdida, que es la verdadera interioridad, el verdadero corazón del hombre, el centro de la personalidad por Él creada, libre de polvo y paja, tal como Él la pensó y la quiso.
Porque ahora Castellani no es más que Castellani, sólo, con el corazón contrito, pobre, desahuciado, desprestigiado, desolado, sin esperanza alguna en este mundo, deprimido, desguarecido, desfigurado: no hay apariencia de belleza en él.
Y sigue de malhumor, qué quieren que les diga a ustedes.
Entonces sucede el milagro, tal como lo predice Taulero. Había tenido un compañero de colegio al que no veía desde hacía más de treinta años. Se trata de Santiago Graffigna, el sanjuanino de la famosa bodega. Lo que sigue ha sido contado por una nieta, monja dominica que relató el sucedido que ella había oído por tradición familiar.
Graffigna se había enterado de las peripecias sufridas por su compañero de colegio a través de los diarios, sabía poco sobre su suerte pues vivía en San Juan, y estaba preocupado con todo lo que oía. El asunto es que que en 1950 resolvió ir a Roma para el Año Santo y resolvió confesarse con el famoso Padre Pío. Al terminar la confesión le preguntó al famoso confesor: “¿Qué debo pensar sobre el P. Castellani?” Y el Padre Pío le respondió: “El Padre Castellani es un santo y hay que ayudarlo.”
De regreso al país, fue a verlo y acordaron la publicación en el diario del sanjuanino, “El Tribuno”, de una columna semanal en la que Castellani comentaría las lecturas del evangelio correspondientes a cada domingo. Graffigna le pagaría como a cualquier periodista y de allí salió el primer libro sobre Dios de nuestro autor: “El Evangelio de Jesucristo”, libro luminoso, espléndido, brillante, genial en donde Castellani despliega todo su genio, su erudición, su humor, su incisiva percepción de la realidad, su talento para ponerlo en negro sobre blanco.
Y con eso arrancará una serie de libros sobre Dios, no ya sobre los hombres. “Las Parábolas de Cristo”, “Cristo ¿vuelve o no vuelve?”, “El Apocalipsis”, “Los Papeles de Benjamín Benavídes”, “El Ruiseñor Fusilado” y muchos, muchos más.   
Y así es que el viejo hucha, el ermitaño urbano que mazca rabias en un departamento de la calle Caseros durante treinta años, produjo y le regaló a la Argentina una veintena de libros sin par, dos novelas fantásticas (Juan XXIV y Su Majestad Dulcinea”) además de la mejor revista que jamás se haya hecho en este ingrato país.
¿Y ustedes creen que el Padre Pío lo conocía al Padre Castellani? No hay la menor posibilidad. Pero lo conocía a Dios.
Y Dios lo conocía a Castellani. Y permitió que padeciera tribulaciones sin par. Y quiso hacer de él un profeta para la Argentina.
Y que todos nosotros nos beneficiáramos de su obra.
La obra de Dios.
El profeta.
Ahora, cualquiera que conozca mínimamente las Escrituras sabe que todos los profetas, absolutamente todos, son tipos difíciles, que vaticinan cosas que nadie quiere oír, que padecen persecuciones y toda clase de tribulaciones por decirlas a los cuatro vientos, que la pasan mal, que son desoídos, que terminan, como dice Newman, desilusionados.
Todos.
Y así, el 11 de octubre de 1962, año especialmente malo para Castellani, en la solemne apertura del Concilio, cuando arrancaba lo que se anticipaba sería “la primavera de la Iglesia”, el Papa Juan XXIII dijo lo que sigue:
De cuando en cuando llegan a Nuestro oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de algunas personas que, aun en su celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida.
Insinuaciones que hieren los oídos del Papa. Esto parece raro. ¿A qué querrá referirse?
Estas personas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas ha ido empeorando…
Bueno, Su Santidad, qué sé yo, a fe mía… pero el Papa continúa.
Se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida, y como si en tiempos de los precedentes Concilio Ecuménicos todo hubiese procedido con un triunfo absoluto de la doctrina y de la vida cristiana, y de la justa libertad de la Iglesia.
Como ven, la imprecisión que sería la nota distintiva de los documentos de este bendito Concilio torna imperioso hacer toda clase de distinciones, pero claro, no es aquí donde las haremos. Pero el Papa continúa y va a identificar a estos personajes siniestros que hacen insinuaciones que “hieren sus oídos”:
Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, expertos en anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos fuera inminente.
Et voilà! Con estas palabras se inaugura la famosa “primavera de la Iglesia” y la larga serie de calamidades que se sucedieron en los últimos cincuenta años y cuyo inventario espero me sepan dispensar.
¿Pero quiénes serían estos profetas de calamidades? En 1962 Bouyer abrigaba grandes esperanzas, Ratzinger era demasiado joven, Von Hildebrand y Bruckberger no habían dicho esta boca es mía. Lefebvre mismo todavía no había dicho nada. ¿A quiénes se refería el Papa? ¿A Ottaviani y Bacci? Sí, eran conservadores pero nada apocalípticos y tampoco creo que por entonces tampoco hayan ventilado sus aprehensiones.
“Como si el fin de los tiempos fuera inminente” es expresión especialmente desafortunada, puesto que Cristo repite una y otra vez que volverá “pronto” y es, como lo explica Newman (y con él, todos los Padres) lo que todo cristiano, en cualquier tiempo, en todas las generaciones, debe esperar. Y si no, quitemos el Apocalipsis de entre los libros canónicos.
Yo creo que Castellani ni se enteró de esta alocución y estoy seguro que el Papa gloriosamente reinante no tenía la menor idea de quién era Castellani, aquel que hizo un agudísimo diagnóstico del estado de la Iglesia antes del Concilio y que sabía perfectamente que aquellos polvos engendrarían estos lodos, este perfecto pantano en que se ha convertido Nuestra Santa Iglesia Católica.
Sí, sin duda, Castellani era el profeta de todas estas calamidades.
La pasó mal por decirlo, quisieron hacerlo callar, casi lo logran.
Como le escribió a Mons. Plaza:
Todo el mundo sabe que tengo razón, incluso V.E. Y todo el mundo sabe que nadie me la va a dar, incluso yo.
Ja. Era un tipo difícil, creía inminente el fin de los tiempos y nos previno de la Gran Calamidad por venir, a nosotros, los fieles de los países del Plata, desde su ignominia, noche oscura y destierro.
Y es parte no pequeña de la Gran Calamidad, que todavía, cincuenta, sesenta años después, aún no se le preste la debida atención.

Sebastián Randle    

martes, 11 de octubre de 2011

Jornadas en homenaje al Padre Castellani en la UCA

En el marco del ciclo "Pensadores, Poetas y Escritores de Nuestra Tierra Criolla", organizado por el Centro de Estudios Folklóricos "Dr. Augusto Raúl Cortázar", tendrán lugar las Primeras Jornadas en Homenaje al Padre Leonardo Castellani a treinta años de su partida (1981-2011)

Las jornadas tendrán lugar los próximos días jueves 13 de octubre y viernes 14 de octubre de 2011, a partir de las 17:30 hs., en el Pabellón de las Bellas Artes de la Pontificia Universidad Católica Argentina "Santa María de los Buenos Aires", sito en la Av. Alicia Moreau de Justo 1300, Edificio "Santa María", Planta Baja.

Programa

Jueves 13 de octubre (desde las 17:30 hs.)


- Acreditaciones
- Bendición de la Jornada.
- Apertura a cargo de la Directora del Centro de Estudios Folklóricos “Dr. Augusto Raúl Cortazar”, Dra. Olga Fernández Latour de Botas.
- Dr. Sebastián Randle, "¿Quién era Leonardo Castellani? Aproximación a un personaje difícil".
- Dr. Jorge Norberto Ferro, "Castellani y la novela policial".
- Mag. Iván Marcos Pelicaric, "Martín Fierro y Leonardo Castellani".
- Mons. Dr. Gustavo Eloy Ponferrada, "Mis recuerdos del Padre Castellani".
- Cierre Musical a cargo de Christian Díaz y de Alejandra Cruz, intérpretes del Canto Surero Tradicional.
- Exposición bibliográfica y venta de libros.


Viernes 14 de octubre (17:30 hs.)


- Dr. Juan Luis Gallardo, "Castellani periodista".
- Lic. Franco Ricoveri, "Castellani: su itinerario filosófico".
- R.P. Dr. Alfredo Saénz S.J., "Castellani y su visión sobre el fin de los tiempos".
- Dr. Hugo Verdera, "Castellani, lectura imprescindible hoy".
- Reunión de camaradería.
- Exposición bibliográfica y venta de libros.

La entrada es libre y gratuita. Se agradece su difusión.

viernes, 7 de octubre de 2011

Los Castellani de Florencia: Vanni di Michele (siglos XIV y XV )

Vanni Castellani, hijo de Michele, nieto de Vanni, nace en Florencia en la segunda mitad del siglo XIV. Ya en ese tiempo, su familia era una de las principales de la oligarquía florentina. 

En el marco de los festejos por la derrota definitiva de los Ciompi (el gremio de los cardadores de lana que protagonizó una serie de revueltas desde 1378), el 22 de enero de 1382 fue creado caballero. 

Participó en la conquista de Arezzo y en la ocupación de sus tierras de cultivo en 1384, negociando con Enguerrand de Coucy, el líder anjevino. 

Emblema de la poderosa Arte di Calimala
En 1387 y, nuevamente, en 1389, Vanni fue nombrado Gonfaloniero de Justicia. El 6 de mayo de 1388 fue electo oficial de la Zecca, la casa de moneda, por seis meses, en representación del Arte di Calimala, el poderoso gremio textil, y nuevamente en noviembre de 1391, en noviembre de 1401 y en mayo de 1410. El 13 de mayo de 1388 fue enviado a Venecia como embajador, junto a Filippo Adimari

Fue posteriormente capitán y podestà, es decir gobernador militar y civil, de Bologna en el segundo semestre de 1390. En septiembre de 1391 fue nombrado como uno de los dos Comisarios del Ejército florentino. En diciembre de 1396, Vanni Castellani y Filippo Corsini fueron enviados por la Señoría como embajadores ante el Rey de Francia, con el fin de lograr una alianza contra el Duque de Milán. 

En 1403 Vanni estuvo en Lombardía acompañando al Legado Pontificio y en 1404 en Romagna junto al embajador florentino Domenico Giugni. Este último año, fue electo como miembro de los Otto di Guardia, la magistratura penal y policial florentina. 

Tribunal Comercial, sede de
 los Sei della Mercanzia
El 5 de junio de 1405 fue electo por un año como gobernador de Piombino y, al año siguiente, de regreso en Florencia, fue nombrado nuevamente Gonfaloniero de Justicia. Entre enero de 1408 y marzo de 1408, fue miembro de los Sei della Mercanzia, la magistratura que atendía en los litigios comerciales. 

El 14 de septiembre de 1408 fue enviado, junto a Iacopo Salviati, embajador en Pisa, ante el Colegio de Cardenales. Posteriormente, ese mismo año, fue embajador en Nápoles ante el Rey Ladislao, con quien negoció el fin del cisma. En 1409 es miembro de los Dieci di Balia, representando a los capitanes del Partido Güelfo, y volvió a ser miembro de los Sei della Mercanzia. Vanni fue nuevamente Gonfaloniero de Justicia en septiembre y octubre de 1414. Y ese mismo año, tras la compra de la ciudad de Cortona al Rey Ladislao, la Señoría envió a Castellani como gobernador del lugar.
Sello de los Dieci di Balia

Poco antes de 1427 fallecía Vanni Castellani. Sus hijos y descendientes fueron desterrados por Cosimo de’Medici cuando ocurrió la expulsión de los representantes de las principales familias florentinas.

Vanni Castellani había desposado a Francesca di Bettino di Bindaccio Ricasoli, con quien tuvo siete hijos: Michele, Giovanni, Iacopo (que casó con Candia di Gabino da Fondoli y en 1431 fue uno de los Signori de Florencia), Piero (que fue síndico de la Comuna de Florencia y recibió de manos de los enviados del Duque de Milán las llaves de las fortalezas y castillos ocupados), Lotto (expulsado con su hermano Piero de Florencia por los Medici), Simone (que fue esposo de de una tal Coretta), Bartolomeo (que estuvo entre los florentinos liberados por Pisa en octubre de 1406).